En esta crisis financiera hemos escuchado de todo, pero la guinda la ha puesto el Papa: "los bancos caen; sólo la palabra de Dios es estable" ha dicho.
Bien, pues lo curioso es que esto es cierto, en un sentido: ningún banco puede acreditar una historia tan larga como la Iglesia Católica, en efecto, ningún banco tiene dos mil años sino, como mucho, quinientos (Monte dei Paschi di Siena, 1472).
Pero aunque el Papa sea consciente de que los Bancos caen, no renuncia al suyo, el Instituto para las Obras Religiosas (IOR), que es conocido como el Banco del Vaticano. Por cierto, que este banco tienen también tuvo su crisis. Un antiguo director, el Cardenal Marcinkus, estuvo involucrado en la quiebra del Banco Ambrosiano, historia truculenta con mafiosos y cadáveres colgados de los puentes de Londres. El Vaticano rechazó el procesamiento del Cardenal, que pedía el Estado Italiano pero finalmente indemnizó a los acreedores del Ambrosiano con una importante suma. El Cardenal Marzinkus fué enviado a una parroquia de Illinois, donde murió, llevándose a la tumba incontables secretos.
En cuanto a que la palabra de Dios es estable, tengo mis dudas si constatamos el número de religiones que hay en el mundo. Incluso la doctrina de la Iglesia católica ha cambiado con frecuencia, lo cual es encomiable, pues ha seguido la técnica del junco: se dobla pero no se rompe. Así ha permanecido. Veremos si supera la crisis actual: no la financiera, sino la de marketing.