viernes, 3 de diciembre de 2004

Acometa quien quiera

Los últimos choques parlamentarios, incluído el abandono ayer del pleno por parte del partido de la oposición, revelan cuán importante consideran los partidos es el control de los jueces. El nombre del juego político que estamos presenciando es: yo te nombro, tú me favoreces. Se trata de designar jueces afines para los máximos órganos jurisdiccionales. ¿Existen, pues, jueces afines y no afines? Pero ¿no habíamos quedado en que los jueces, en un país pretendidamente democrático como el nuestro, eran independientes? ¿Cuántas veces decidirán estos Jueces, cuyos nombramientos están próximos, materias que afecten a los políticos o a sus partidos ? ¿Decidirán de una u otra manera, según los haya nombrado uno u otro partido? Estas cuestiones llenan, o deberían llenar, de perplejidad al hombre de la calle que creía en la independencia judicial: si los partidos discuten tanto sobre quién nombra a los Jueces es que aquí hay gato encerrado.
En el fondo, quizás lo que se discuta es quién manda aquí. Si el partido en el poder no copa todos los nombramientos institucionales, ello podría ser interpretado como un signo de debilidad y no conviene en política emitir señales de esta naturaleza. El que manda ha de mandar, si no se te suben a las barbas. Pero, esta actitud de prevalecer a toda costa, revela, en el fondo, debilidad. Si los partidos estuvieran realmente seguros de su razón, y confiaran en el sistema que dicen defender, tomarían la postura de aquel viejo dicho popular: "acometa quien quiera, que el fuerte espera".

miércoles, 1 de diciembre de 2004

La pescadilla

ELVIRA LINDOLa pescadilla
EL PAÍS - Última - 01-12-2004







El cómo la sociedad española recién salida de la dictadura avanzó hacia la conquista de sus libertades individuales haciendo oídos sordos a lo que decían los curas es un milagro más grande que el de Fátima y el de Lourdes juntos (al fin y al cabo, a quién no se le ha aparecido la Virgen en algún momento). Puedo entender que hoy la Iglesia quiera mantener sus valores morales; puedo entender que no quiera matrimonios homosexuales bendecidos por sus curas, lo cual no nos debería extrañar, ya que lo que debe preocuparle al ciudadano es lo que apruebe el Estado. Incluso puedo entender que no permita la ruptura del matrimonio eclesiástico a no ser que se certifique que el matrimonio no se consumó, lo cual ha generado casos muy extravagantes como el de la primera mujer de Cela, que se vio a una edad provecta, como ella misma decía irónicamente, siendo "madre soltera". Realmente me importaría bien poco cuáles fueran sus leyes si no fuera porque las subvenciono. Si encima de no tener fe, tienes que subvencionar a los que tienen la suerte de tenerla, te sientes estafado. Pero no es sólo el dinero lo que duele, sino la intervención inoportuna de la Iglesia en asuntos más serios que bodas, comuniones y bautizos. El que los curas salgan al paso de una campaña institucional para fomentar el preservativo negando la eficacia de éste como prevención contra el sida, debiera provocar una indignación activa de creyentes y no creyentes. Pedir abstinencia y fidelidad en una sociedad en la que las relaciones sexuales comienzan a los 16 años no es sólo negar lo evidente, sino poner en peligro la vida de las personas. La Iglesia está en su derecho de pregonar la fidelidad, el matrimonio heterosexual, la existencia del limbo y la Biblia en verso, pero no denegar las evidencias científicas ni contradecir los consejos que se afanan en lanzar aquellos que se ven las caras a diario con una enfermedad de semejante magnitud. Por lo demás, no sé por qué siempre que uno abre el periódico se tiene que enterar de lo que piensan los obispos. Antes bastaba con no ir a misa. Pero ahora deben tener a un genio del marketing porque están todo el día en los papeles. Y será que, como están subvencionados, se sienten en la obligación de hacernos partícipes. La célebre pescadilla que se muerde la cola.
http://www.elpais.es/articuloCompleto.html?d_date=&xref=20041201elpepiult_2&type=Tes&anchor=elpepiult#

Duplicaciones discriminatorias

  La Constitución venezolana   duplica cientos de términos: “Toda persona detenida tiene derecho a comunicarse de inmediato con sus familiar...