lunes, 13 de octubre de 2008

La Monarquía

Lo siento, pero estoy en contra de la monarquía.
La Revolución Francesa acabó con la idea de la Monarquía como régimen aceptable. Los revolucionarios ejecutaron al Rey (en más de un sentido). El poder ya no viene de Dios, sino que tiene su origen en la voluntad popular que, por procedimientos democráticos, elige sus representantes para que gobiernen por un período limitado. Se establece el famoso “contrato social” (yo te elijo, tú me proteges).
Es curioso pero, después de 250 años, las conquistas sociales de la Revolución siguen pendientes en muchos sitios. A pesar de lo anticuado y peligroso (por lo que tiene de aleatoria) de la institución monárquica, en nuestra civilizada e ilustrada Europa siguen subsistiendo los Reyes y las Reinas.
En España, 45 años después de que el último Rey huyera y abandonara la finca, temiendo por su vida, se instauró de nuevo la monarquía. Pero el actual Rey de España tiene, en mi opinión, una doble ilegitimidad, pues, por un lado, recibió el poder de un Dictador golpista y, por otro, no respetó las reglas de la sucesión hereditaria que dictaban que el Rey debía ser su padre.
En realidad aquí hay algo más sutil. El Rey fue una especie de hijo adoptivo del Dictador, al que crió “a sus pechos”, lo que incluyó enviarlo a las tres academias militares para que “se curtiera”. Es algo parecido a lo que Cesar hizo con Augusto (salvando las distancias de todo tipo).
La historia de la sucesión real en España es muy entretenida, pero está plagada de irregularidades como éstas, debido a lo deficiente del sistema ¿Cuál fue el último monarca, líder natural, designado por ser el más apto? Ni se sabe. En España, desde siglo XV (en que se unificó el territorio) ha habido guerras dinásticas de todo tipo y se han agotado las estirpes reales varias veces, con lo que hubo que acudir a familias reales extranjeras.
La familia real española directa la componen actualmente 13 miembros, si no me equivoco. Y creciendo. Todos a costa del presupuesto del Estado. Yates, aviones privados, viajes... Se habla de cambiar la ley sálica, pero no con efecto retroactivo, no, porque la hija mayor del Rey tiene algunos problemillas de capacidad. O sea que sucesión hereditaria, si, igualdad de sexos, también, pero con matices. ¿Quien nos garantiza que el designado Príncipe es capaz? Nadie. ¿Le podremos destituir si no lo es? No. Mucho no deben confiar en él pues el padre con más de setenta años sigue al frente, aguantando el tirón.
En suma, la Monarquía es una institución obsoleta, inútil, perjudicial para la democracia, opuesta a las reglas de la lógica y, además, muy cara.

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