lunes, 28 de noviembre de 2011

Abuso infantil


La forma de torturar a estos niños, haciéndoles aprender de memoria textos religiosos, que no entienden  (en las fotos escuelas judía y coránica), es una maniobra psicológica destinada a destruir su personalidad  El mensaje es: "no necesitas entenderlo. Es un texto sagrado y, como tal, no está a tu alcance. La razón es un instrumento de Satán. Apréndelo, es nuestra tradición, iras al cielo si la sigues". 
Los niños no cuestionan lo que se les dice, porque están genéticamente programados para hacer caso a sus mayores. Este rasgo, útil para su supervivencia, es aprovechado por adoctrinadores de todo pelaje para captarlos hacia su secta.
Las religiones no pretenden que sus devotos se embarquen en ningún proceso de razonamiento o elección. Las historias que les cuentan a estos niños sería rechazadas por ellos, si fueran adultos en pleno uso de sus facultades mentales.
¿Nos debe importar que se adoctrine a los niños?
La respuesta nos importa más de lo que parece. Los efectos de un adoctrinamiento temprano pueden ser irreversibles porque, uno de los efectos del adoctrinamiento, suele ser, precisamente, eliminar los medios y la motivación para revertirlo.
Una de las falacias más comunes es que los padres tienen derecho a educar a sus hijos de la forma que crean conveniente. Nadie, ni los padres ni otros adultos, tiene derechos sobre los niños. Esta idea es moralmente insoportable. Desde el momento en que los supuestos derechos de los padres comprometen los derechos del niño como persona, no tienen lugar ni en la ética ni en el espíritu.
¿Son sólo palabras?
Los niños están hechos de las palabras que oyen. Importa lo que les digamos. Las palabras pueden herirles. Pueden continuar después hiríendose a sí mismos y, con el tiempo, convertirse en personas que hieren a otros.
Pero también puede dárseles la vida con palabras.
Lectura recomendada: WHAT SHALL WE TELL THE CHILDREN? by Nicholas Humphrey

lunes, 21 de noviembre de 2011

La mano invisible


¿Entendemos lo que realmente quiso decir Adam Smith, en su libro de 1776 La riqueza de las Naciones, con aquello de "la mano invisible"?
Su argumento era el siguiente: cuando compro una barra de pan, estoy usando recursos valiosos para la sociedad --el trigo, el combustible, la mano de obra, etc., que se emplean en su fabricación--. Lo que evita que haga un uso excesivo de esos recursos es el precio de la barra. Solamente compraré el pan si su valor para mí excede del precio que tengo que pagar.
Si la economía de mercado funciona correctamente,  el precio iguala el coste de estos recursos: el panadero no me venderá el pan a menos que el precio cubra sus costes y la competencia evitará que me cargue un precio excesivo. De este modo, sólo compraré el pan si su valor para mí excede del coste de los recursos para el resto de la sociedad.
El mecanismo del mercado, por tanto, controla mi deseo de comprar más pan que la cantidad justa. Es como si el precio fuera una multa que tuviera que pagar para compensar al resto de la sociedad por el uso de sus recursos. En la otra cara de la moneda, al panadero, que representa al resto de la sociedad, se le compensa de sus costes de hacer el pan, que yo deseo, y tiene el incentivo justo para producirlo.
La simplicidad, la claridad y la belleza de este argumento explica su atractivo. De hecho, esa misma claridad, pone de manifiesto sus limitaciones. La teoría de la mano invisible se aplica bien sólo en aquellas situaciones en que todo tiene un precio. En efecto, hay situaciones, dentro y fuera de la economía, en que no tenemos que pagar una multa por causar un perjuicio al resto de la sociedad ni obtenemos una remuneración por hacer el bien.
En el dilema del prisionero, el que confiesa daña a su colega, pero no recibe castigo por ello. Como hay tantas actividades sin precio o fuera del mercado, que son importantes para nosotros, no hay que extrañarse de que los individuos, actuando egoístamente, con frecuencia hagan tanto daño a otros y ningún bien.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Solo una vida que entregar


¿Cómo se motiva a los soldados a entregar su vida por la patria?
Yo, cuando hice la mili, no entendía para que servía el campo de instrucción, los soldados pensábamos que era una pérdida de tiempo monumental, algo ideado para lucir en el desfile. Ahora, después de leer algo sobre estrategia, lo comprendo mejor.
Si los soldados pudieran hacer su propio cálculo racional de los costes y beneficios que conlleva arriesgar sus vidas, no habría guerras. A los soldados hay que motivarlos ¿Y cómo se consigue ésto? Se utilizan varias estrategias, como quemar los puentes, infligir castigos y hacer trabajo en equipo.
La cosa empieza en el campo de instrucción donde los soldados son maltratados, humillados y sometidos a presión hasta el punto de alterar su personalidad. Aprenden el hábito de la obediencia ciega, el compromiso automático. Así, la aparente irracionalidad del soldado que arriesga su vida, se convierte en racionalidad estratégica. A continuación, se les instila orgullo de su país, de ser un soldado. La repetición de las glorias de su unidad se hace constantemente.
Cuando se enlistan en el ejército, los soldados han quemado psicológicamente sus puentes hacia su hogar. Han establecido un contrato con sus compañeros de no acobardarse cuando llegue la muerte.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Las ocho vías hacia la credibilidad


Las palabras se las lleva el viento o, como dijo Hobbes, las palabras son débiles para embridar la avaricia humana. En el pensamiento estratégico, cuando adquieres un compromiso tienes que hacerlo creíble. Establecer la credibilidad, en sentido estratégico, equivale a decir que tomarás posiciones, mantendrás tus promesas y cumplirás tus amenazas. Existen ocho vías hacia la credibilidad:

  1. Establece una reputación. Si tomas una posición y luego das marcha atrás, tu reputación se resiente, tus palabras no significarán nada.
  2. Redacta contratos por escrito. Sólo un contrato, sin embargo, no es suficiente, a veces hacen falta otras herramientas como el uso de personas independientes que tengan interés en que el contrato se cumpla o el que haya una reputación en riesgo.
  3. Corta las comunicaciones. Ello hace la acción irreversible.
  4. Quema los puentes detrás de tí. Niégate la posibilidad de retirada. Cortés recurrió a ello en la conquista de México, no había otras alternativas que luchar o perecer.
  5. Deja el resultado fuera de tu control. Es la estrategia de dejar la situación en cierto modo al borde del abismo, lo que puede inducir a el otro a negociar.  Es la posición de Grecia convocando un referendum sobre los pactos de Bruselas: saltaremos al abismo todos juntos.
  6. Muévete a pasos cortos. La credibilidad puede ganarse poco a poco, la amenaza o la promesa pueden fraccionarse en pequeñas etapas que sean resueltas separadamente.
  7. Trabajo en equipo. Es la estrategia de Alcoholicos Anónimos. La presión del grupo ayuda a respetar el compromiso.
  8. Usar agentes. Es lo que hacen los trabajadores que se hacen representar por los sindicatos que negocian por ellos.

Duplicaciones discriminatorias

  La Constitución venezolana   duplica cientos de términos: “Toda persona detenida tiene derecho a comunicarse de inmediato con sus familiar...