jueves, 12 de abril de 2012

Globos

Uno de los juguetes que más me divertía construir cuando niño, junto con mi amigo José Luis Navarro, eran globos de aire caliente. La cosa tenía su I+D y había que hacer pruebas. La construcción de un globo pone en juego dos fuerzas opuestas, la acción de la gravedad y el poder ascensional del aire caliente. Para minimizar la primera, el globo tenía que ser ligero, pero no tan ligero que se viniera abajo al menor soplo de viento: un buen globo podía subir muy alto. Nosotros lo hacíamos de alambre muy fino y papel de seda de colores. Para maximizar el segundo, había que poner un buen fuego debajo, pero no tanto como para se incendiara el globo. Nosotros lo hacíamos con algodón y alcohol y en graduar el tamaño de uno y la cantidad del otro estaba el éxito de la operación.
El diseño del globo también era importante. Debía tener en centro de gravedad bajo, para que no se diera la vuelta durante el vuelo, y seguir siendo estable, cuando el alcohol se consumiera.
El construir algo con tus propias manos, el probar y el inventar es profundamente humano. El mundo que vemos es fruto de esta hablidad del cerebro del homo sapiens.
¡Cuan lejos quedan aquellos juguetes de las playstations de hoy! ¡Qué goce ver aquellos globos ascender en las noches malagueñas, arriba, arriba hasta el infinito!

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