En el Palau de la Música escuchamos el pasado viernes a la pianista María Joâo Pires y la London Chamber Orchestra (sólo 30 músicos) interpretando el programa que verás arriba. María Joâo es de mi edad, o sea joven. Cuando María aparece en el escenario es como una pluma, pequeña y ligera. María ha pasado un período difícil, pero está recuperada ¡Animo María! Ella es especialista en “cositas suaves”, tipo sonatas de Mozart y nocturnos de Chopin. Pero esta vez se ha atrevido con un concierto del gran Beethoven, el cuarto, con sus bruscos cambios de dinámica. El resultado es excelente: ¡esa pluma tiene mucho vuelo!
Además de inspirado, el gran Ludwig tiene un “oficio” extraordinario. Siguiendo el esquema clásico de exposición, desarrollo y recapitulación, combina los temas y mueve las familias de instrumentos como nunca nadie haya logrado. Partiendo del academicismo de Haydn y Mozart, Beethoven, rompe las reglas. Ya no son repeticiones en la que la única variación es el tono, mayor o menor. Él, corta los temas y repite sólo una parte, que enlaza con fragmentos de los otros temas que ha ido exponiendo o que introduce ahora.
El resultado es que el oyente se pierde un poco y sabe que le está gustando lo que oye, y que ya lo ha oído antes, pero no sabe muy bien donde se encuentra. Beethoven no es “previsible” como Mozart. Nunca sabes lo que viene a continuación.
Cuando escribo ésto estoy escuchando el concierto en un CD. El comienzo del primer movimiento tiene unos compases de piano que han quedado como un clásico de sencillez e inspiración. No sé si hay nada tan famoso en piano. Es como un amanecer, sencillo y genial diálogo del piano con la orquesta, que interviene de menor a mayor in crescendo. A continuación expone los temas, que creo no son más de 4, y los combina de forma genial (el constructor de sonidos, se llamaba Beethoven a sí mismo).
Reto a cualquiera a que, sin partitura, adivine cuantos temas tiene y en qué orden los repite el compositor. Beethoven debió de quedar tan contento, que alargó este primer movimiento 20 minutos.
¿No querrás que te cuente la cuarta sinfonía de Beethoven que interpretaron a continuación, verdad? Bueno, pues eso, aquí nos quedamos .