martes, 12 de enero de 2016

La última noche

La última noche

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La noche anterior, desposeída ya de sus vestidos y joyas, e incluso del pequeño reloj con el que contaba las horas en su estrecho calabozo, se le habían aparecido los fantasmas de todos sus recuerdos. Aparece su esposo. Él menciona que la ama mucho, a pesar de sus infidelidades con aquellos cortesanos. Comprendía que su única obligación había sido ser feliz y, después de todo, ¡no había hecho mal a nadie!
Aparecen sus profesores, que le reprochan que no aprendiera a escribir hasta los diez años. Al final entran sus hermanos, con los cuales jugaba al escondite en Palacios de cien habitaciones. Eran juegos que podían durar todo el día.
La siguiente aparición fue la del joven abogado revolucionario, gritando, en el acto del juicio, que era una amenaza para la paz nacional. Durante esta escena él, en un aparte, le susurra al oído:
- Lo siento madame estamos en medio de un torbellino que nos arrastrará a todos.
Recordaba fue juzgada y condenada por traición.
No era un sueño. A la mañana siguiente iba a ser ejecutada.
Una multitud se congrega en la plaza para presenciar el extraordinario espectáculo. Súbitamente, un rumor:
- ¡Ya vienen los guardias, ya vienen los guardias!
Y, de pronto, detrás de los hombres armados, en un vulgar carro tirado por bueyes, vestida de blanco, pálida, representando mucho más de sus 36 años, apareció ella, con su pelo canoso. Estaba enferma, nadie sabe muy bien de qué.
Al acercarse al patíbulo pisó inadvertidamente el pié del verdugo:
  • lo siento señor, no era mi intención –dijo, conservando su compostura ante las fauces de la muerte.
Cuando su cabeza fue izada en una pica, la multitud gritó: ¡Viva la Revolución!

La precipitada


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Gran revuelo en la Plaza de la Huerta de Alicante. Re-vuelo de palomas que huyen asustadas en todas direcciones, unas arriba, otras hacia los lados, esquivando palmeras, sorteando transeúntes que se arremolinan al ruido del golpe sordo, al grito de las mujeres, que tapan los ojos a los niños, y al ulular de las sirenas de ambulancias y bomberos. Levantan a un hombre, de unos 81, años del suelo. Nada que hacer, tiene la cabeza machacada. Deja un gran charco de sangre en la acera. En cuanto a las dos mujeres, viven. Una, la más joven, con las piernas quebradas, rotas, formando un ángulo imposible. La otra, temblorosa, perdida, sufre un ataque de pánico. Las teorías acerca de lo que ha sucedido empiezan a tomar cuerpo. Ha sido un accidente de tráfico, arrollaron a los tres que estaban tranquilamente charlando en la acera. Bueno, era un hombre mayor ¿Y el conductor? Está huido. Ya se sabe, siempre intentan escapar, pero ¿alguien ha visto la matrícula? Si, uno ha tomado nota. Le cogerán pronto. No hay derecho, van como locos. Otros dicen, parece un caso de violencia machista, creo que el anciano se interpuso en una disputa entre la mujer más joven y su compañero, llevándose una cuchillada al vuelo. En fin, mala suerte. Hay algunos que se entrometen donde nadie les llama. Héroes aficionados. Yo nunca me metería, siempre te llevas la peor parte. Creo que ella es rumana, que se dedica a la prostitución y que el que la quiso apuñalar es el chulo. Si, pero ¿dónde está el chulo, nadie le ha visto? Habrá salido corriendo, vete a saber. Yo no me meto en estos asuntos de familia, en rencillas domésticas, allá cada cual. Pero, y no es por justificar nada, el chico llevaba dos años en paro. Todo se debe a su situación personal. Perdió el control. Que digo yo que a algunas les gusta el maltrato, que si no ¿Qué harían? Pues se marcharían. Y es que, a veces, cuando una mujer dice no, quiere decir si, que son muy suyas.
A la mañana siguiente aparece en el periódico la siguiente noticia:

Un hombre muere al caerle una mujer que se precipitó al vacío

El fallecido, de 81 años, y su esposa se encontraban sentados en un banco.

Por motivos que se desconocen, una mujer de 48 años se precipitó desde un balcón de un séptimo piso y cayó encima del hombre, quien falleció, mientras que la esposa de éste sufrió un shock nervioso por lo ocurrido.
Ambas mujeres han sido trasladadas al Hospital de San Juan, aunque todavía no ha transcendido el alcance de las lesiones de la precipitada.
Hasta aquí la crónica. Luego se supo que la precipitada había muerto, sin que los equipos de emergencia del Hospital pudieran hacer nada por salvarlaLa policía no supo encontrar un culpable. Cuando la precipitada iba, en su caída desde el séptimo, pasando por todos los pisos de su casa, sexto, quinto, etc., antes de reventar al anciano, vio aspectos de sus vecinos que no había visto antes, amores furtivos, ilusiones secretas, breves instantes de felicidad, de manera que esta visión cambió su concepción del mundo, pensando que, después de todo, este no es un mal lugar para vivir, y se arrepintió de haber tomado la decisión de acabar con su vida. Pero, cuando vio como se acercaba a los dos ancianos sentados en el banco, ya era tarde.

Mi primer trabajo



Yo empecé mi vida laboral limpiando mocos, un oficio que hoy ya no existe.
Sí, limpiando mocos. Trabajaba en una multinacional, la más grande de todas, que no cotiza en bolsa ni publica sus cuentas. Sin embargo tiene cientos de miles de empleados y millones de clientes.
Allí fue donde empezó mi carrera. Mi carrera de pequeño delincuente.
Porque fue allí donde aprendí a robar.
La cosa empezó cuando descubrimos dónde guardaba el cura el vino de misa.
Efectivamente, como habréis podido adivinar, mi primer empleo fue el de monaguillo.
Teníamos 12 años y la vida tenía un sabor dulce, dulce como el vino de misa, que era una especie de moscatel aguado.
Al principio era sólo mojar la lengua, pero luego nos aficionamos y bebíamos buches completos.
Para compensar las mermas, y que el cura no se diera cuenta, rellenábamos la botella con…
¡Agua Bendita!
La labor de los monaguillos no era nada fácil. Actuábamos en dúo. Nosotros éramos Pablito y Chincheta, los Andy y Lucas de los monaguillos, y nuestro trabajo requería, hablar idiomastocar un instrumento y limpiar.
El idioma, para más inri, era una lengua muerta, el latín. Sí porque en mis tiempos las misas se decían “de culo y en latín”.
El latín era más fácil, después de haber bebido un poco de vino, porque, como es sabido, el vino suelta la lengua. La lengua muerta, en este caso.
Aunque nosotros dialogábamos con el cura en latín, no sabíamos lo que decíamos, así que algunas cosas nos sonaban a pura broma, como cuando había que decir “iuventutem meam” que a nosotros nos sonaba como, bueno, ya sabes como.
El instrumento que había que tocar era una campana de misa.
Parece fácil, pero tiene su intríngulis.
Por ejemplo, se puede tocar en “sostenuto” y también en “agitato”.
El término “badajo” también provocaba nuestras risas.
En cuanto a lo de limpiar, el asunto consistía en que, en Navidades, el cura sacaba la estatua del niño Jesús para un besamanos, o mejor dicho, para un besapié, porque era en el pié donde los cristianos depositaban su beso.
Y nosotros teníamos la misión de limpiar el pie con un trapo después de cada beso.
Allí había de todo, pintalabios, saliva, e incluso mocos.
Por eso digo que “yo empecé mi vida laboral limpiando mocos”.
Bien, pues el asunto del vino siguió hasta que un buen día el cura nos llama: Pablito, Chincheta, venid a mi despacho.
Y cuando estábamos allí, nos dice:
- Echadme el aliento
Y aunque habíamos comido unos recortes de hostias para disimular, el olor era inconfundible.
Entonces, poniéndose rojo, nos dijo
- ¡Voto a Satanás, os habéis estado bebiendo el vino de misa!
Y nos despidió.
La verdad es que no sé cómo se enfadó tanto porque, al fin y al cabo, era un vino barato y, además, estaba aguado.

Y así fue como empecé mi vida laboral, aunque esto no lo pongo en mi curriculum porque era un trabajo esclavo. Me río de los mileuristas de hoy, aquello era mucho peor: sin paga, sin sindicación, sin seguridad social y, encima, limpiando mocos.

La escena del crimen

La escena del crimen

Llego al lugar.
En un descampado de Chamartín  veo a un grupo de personas mirando cómo alguien, probablemente un Juez, rodeado de policías uniformados, personal sanitario y empleados de una funeraria, ordena levantar el cadáver de un hombre, de edad difícil de determinar porque tiene la cabeza machacada y envuelta en una bolsa de plástico. Los de la funeraria lo meten en un furgón envuelto en un saco con cierre de cremallera.
Le pregunto a un policía:
- ¿Se sabe quién es el fallecido?
- Sí, era un detective privado.
Esto no es frecuente -me digo-. Pregunto de nuevo al policía:
- Es raro que maten a un detective privado ¿No es cierto?
- Es el primer caso en muchos años.
- ¿Era un tipo conflictivo?
- No, llevaba 25 años trabajando como detective en IFEMA, la feria de Madrid, sin ningún contratiempo. Creo que, incluso tenía una medalla de la Asociación de Detectives Privados. Pero, perdona -añade- tengo que dejarte, que estoy trabajando.
Me giro y me acerco a una mujer que se suena la nariz con un pañuelo:
- ¿Conocía al hombre?
Me mira de arriba abajo como desconfiada - Era el marido de mi hermana- dice al fin.
- Vaya, lo siento, es un crimen terrible.
- Estamos horrorizados -dice elevando ambas manos, en un movimiento como de extrañeza- era un hombre honrado, y no tenía enemigos, al menos que nosotros sepamos.
- ¿Sabe Vd. cuándo fue visto por última vez?
- Al parecer -dijo ella- salió de trabajar el viernes por la tarde de IFEMA y, tras tomar un bocadillo en la calle Alcalá, se dirigió a una zona de copas de García Noblejas (Ciudad Lineal).
-¿Tenía coche?
- Sí, pero no ha aparecido.
- Cualquier día aparecerá, -tercia alguien que estaba oyendo nuestra conversación.
- Pero quemado, habiendo borrado todas las huellas, aventura otro, con pinta de periodista.
Según paseo por el lugar, voy atando cabos y, de pronto, se me enciende una luz: ya sé dónde buscar.
Medito.
El que le hayan destrozado la cabeza es señal de que lo conocían. En cuanto a lo laboral, por su trabajo en IFEMA, no creo que nadie tenga motivo para hacer una cosa así. Queda entonces lo personal. Además, parece que lo secuestraron y lo torturaron. Si lo torturaron, pudo ser para vengarse y dar un escarmiento, o para sacarle información. Me quedo con la venganza, porque la información que manejaba no era relevante ¿Qué tipo de organización usa estos medios para anunciar que con ella no se juega? Hablamos de organizaciones que manejan muchos fondos. Repaso mentalmente las que operan en España, narcotráfico, blanqueo, prostitución, contrabando.
Pero lo que me dio la solución fue que, en su chaqueta, apareció un papel con la siguiente receta:

GALLETAS DE LA SUERTE

Ingredientes


2 claras de huevo
200 gr. de harina de trigo
200 gr. de azúcar
40 gr. de maicena
75 gr. de aceite de girasol
1 cucharadita de esencia de vainilla o almendras
Sal
Agua

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