¿Qué tienen en común un peluquero, una funcionaria y un pastor protestante? Pues que, de ser anónimos, al producirse en su vida un hecho relevante, han saltado, de repente, a la fama y tienen asegurado su futuro ¿Se trata de un hecho afortunado? No, al contrario, se trata de que se han convertido en víctimas. Pero, paradójicamente, la desgracia se ha tornado en fortuna. En efecto, estos personajes han conseguido, en su desgracia, sacar partido a su condición de víctimas.
Me refiero a Francisco José Alcaráz, Pilar Manjón y Juan José Cortés. Los dos primeros, figuras consagradas, perdieron a familiares en acciones terroristas y el último, camino de serlo, perdió a su hija en un caso de violencia infantil.
Son famosos. Los partidos los utilizan como instrumentos de la acción política, dan conferencias, viajan, los recibe el Presidente del Gobierno, entran a los debates parlamentarios, los persigue la prensa, acuden a programas televisivos.
Y es que las víctimas se asocian, se profesionalizan. Sólo en relación con el 11-M hay, por lo menos, cuatro asociaciones estatales y dos autonómicas. El ser dirigente de una de estas asociaciones puede convertirse en una profesión codiciada. No en vano gozan de importantes subvenciones. Contando sólo con las que concede la Dirección General de Apoyo a Víctimas del Terrorismo, que depende del Ministerio del Interior, en 2006 la AVT recibió 217.611 € y la A 11-M, 217.973 €.
No sé si el padre de Mari Luz ha creado ya una Asociación, pero le aconsejaría hacerlo.
¿Necesitará la Sra. Manjón volver a su puesto de funcionaria? ¿Necesitará el Sr. Alcaráz volver a cortar el pelo? ¿Necesitará el Sr. Cortés volver a pastorear la grey? No, ciertamente, su futuro ha quedado despejado por un triste suceso que un día se produjo.