lunes, 24 de noviembre de 2008

Göteborgs Symfoniker

El otro día estuve en el Palau escuchando a esta Orquesta sueca con su director venezolano al frente ¿Director venezolano? Pues sí, y magnífico por cierto, extraido de la organización

Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela. Se mueve como un león, con su melena encrespada.

Magnífico también el violinista Sergey Khachatryan, todo técnica y sensibilidad. Oiremos hablar de él en el futuro.

El concierto de Sibelius es ampliamente conocido, pero es una comida cuyo primer y segundo platos son de mero trámite. Lo importante es el postre, el finale, que tiene ecos de danzas húngaras. Sibelius ¿pero no era finlandés? ¿Danzas húngaras? Pues sí, tan desconcertante como lo del director.

La sinfonía de Nielsen (la inextinguible) tiene tela. El crítico musical del Palau dice que esto es la música pura, no programática. Un solo movimiento de cuarenta minutos. Cien músicos sudando. Complejas armonías. Volúmenes de infarto. Nielse es una especie de Mahler en una noche de borrachera. Los músicos se vuelven locos y el oyente, abrumado, sale con una sensación de agobio. Francamente, no estoy acostumbrado a esa música. Llevo 50 años con el tema y ¡caray! todavía me queda mucho aprender.
Tienes que ampliar el umbral de tu sensibilidad musical. En fin, en eso estamos.

Duplicaciones discriminatorias

  La Constitución venezolana   duplica cientos de términos: “Toda persona detenida tiene derecho a comunicarse de inmediato con sus familiar...