lunes, 1 de diciembre de 2008

Preferiría no hacerlo



Recientemente he leído el relato Bartleby el escribiente de Herman Melville (sí, el de Moby Dick). Está esplendidamente editado por Nordica Libros. Me gustan los libros pequeños, con letra grande, buen papel e ilustraciones. Como este.

La historia es encantadoramente tierna. Aunque también trágica. Apenas si tiene argumento. Se trata de un escribiente que no quería hacer nada de lo que le mandaba su jefe, un abogado, que no fuera copiar manuscritos. No quería comprobarlos, no quería hacer recados, no quería salir de su rincón. Pero era tan sumiso y se lo decía de forma tan suave: "preferiría no hacerlo", que el jefe le tomó cariño y se resistía a despedirlo. Bartleby no salía nunca de su escritorio. Hasta dormía en él. Solo comía tortas de gengibre. Un ser indefenso, triste, la encarnación de la resistencia pasiva, del nihilismo.

Finalmente, el abogado resolvió la situación por la vía de la huída. Salió corriendo, dejando solo en el Despacho a Bartleby y trasladándose a otro lugar. Pero la sombra de Bartleby, que no se marchaba de su antigua oficina, ya vacía, y dormía en el hueco de la escalera, le persiguió durante largo tiempo. Aquel ser era un hombre desamparado, abandonado, alguien se tenía que hacer cargo de él. Y el abogado había sido su antiguo jefe, y todos le hacían responsable de su abandono.

Por fin Bartleby murió de inanición. En el mundo no hay lugar para los Bartlebys.
La historia no tiene moraleja, o al menos yo no he sabido encontrársela ¿Me la puedes decir tu, paciente y querido lector?

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