A puñaladas
El diputado Abascal ha acudido al Tribunal Supremo, entre un mar de banderas españolas, a simular que presentaba un recurso contra el indulto, cosa que ya había hecho telemáticamente, pero que, obviamente, nadie había visto. Se trataba de “visibilizarlo”.
El periodista lo relataba así:
Entre los gritos de sus seguidores, Abascal ha acusado al presidente del
Gobierno de “dar una puñalada por la espalda al pueblo español, a aquel puñado
de jueces valientes que mantuvo la legalidad constitucional y a su majestad el
Rey”.
El cronista ha perdido la
ocasión de construir una bonita aliteración[1], como
esta:
Sánchez empuñó su puñal
y pegó una puñalada por la espalda a un puñado de Jueces.
Ello transmite una sensación
de violencia, crueldad y traición.
Todo viene de puño,
cuyo significado primero es “mano cerrada”. Y cuyos significados derivados se
extienden a: “mango de un arma blanca” que, obviamente, se ha de empuñar,
es decir, “asir con el puño”, a puñalada “golpe que se da clavando el
puñal“ y a puñado, “poca cantidad de algo de lo que debe o suele haber
bastante”.
Evidentemente, es una metáfora.
No se puede pegar una puñalada a un ente incorpóreo, como el pueblo español que,
como es lógico, no tiene espalda. Pero sí cabe dársela a su majestad el Rey o a
un puñado de Jueces que, a la vista de cómo está el ambiente, tienen que
guardarse bien las espaldas. Las metáforas bélicas pueden ser peligrosas.