martes, 8 de junio de 2021

 TERTULIANOS Y PAVOS


¿En qué se parecen los tertulianos de la TV a los pavos? Pues en que ambos, cuando están juntos, parecen en armonía pero, cuando se sienten protegidos por una barrera, física o virtual, se agreden con encono.

Recuerdo que mi amigo José Luis tenía un gallinero con pavos y gallinas delimitado con una tela metálica, de esas que consisten en rombos de alambre. Por cada rombo cabía, más o menos, la cabeza de un pavo. A nosotros, chavales de 13 años, nos gustaba divertirnos poniendo a los pavos a pelear. Para ello no había más que sacar un pavo del corral, poniéndolo “fuera” de la tela metálica el cual, sintiéndose seguro, agredía sin piedad a los de “dentro”. Y viceversa. Es como si el torero se envalentonara citando al toro desde el burladero.

Los pavos se picaban sin piedad tirándose del “moco” y nosotros, crueles adolescentes, disfrutábamos del espectáculo.

El mismo experimento parece que hacen los directivos de la TV con los tertulianos. En primer lugar, los eligen conflictivos, y después los colocan en el estudio de forma que están físicamente enfrentados, en una suerte de “gallinero virtual”. El resultado es un espectáculo en el que el espectador disfruta al ver con qué saña se tiran del “moco”. Una especie de circo de gladiadores del siglo XXI.

Si, en lugar de esto, hicieran tertulias a base de catedráticos de Ciencias Políticas, en una mesa redonda, el asunto no tendría ningún interés y, por tanto, nula audiencia.

¿Pero, por qué se pelean con tanto encono?

A mi juicio surge el fenómeno de la burbuja propia, en la que nos sentimos protegidos, como un automovilista dentro de su automóvil, donde se ha comprobado que la agresividad aumenta y honestos padres de familia se convierten en vociferantes energúmenos.

Es una especie de “efecto Lucifer” que nos muestra lo que somos capaces de hacer cuando nos vemos envueltos en una dinámica social. En cierto sentido, es una especie de telerrealidad en donde vemos a gente común convirtiéndose en algo inquietante.

En semejante clima es difícil razonar con sensatez. Las falacias abundan, siendo la más frecuente el recurso al “y tu también”, que se emplea para rechazar un argumento del proponente, acusándole de hacer lo mismo que condena. Por ejemplo, “el Partido tal no tiene autoridad moral para hablar de esta cuestión, porque mira lo que hicieron cuando…”

Pocas conclusiones cabe sacar de un enfrentamiento semejante. Al final, es como la mierda del pavo que ni sabe ni huele.

Duplicaciones discriminatorias

  La Constitución venezolana   duplica cientos de términos: “Toda persona detenida tiene derecho a comunicarse de inmediato con sus familiar...