lunes, 1 de marzo de 2010

Música y palabras



Es fácil describir lo que ves con palabras, por ejemplo, un paisaje. Aunque no es tan fácil hacerlo como el escritor Gabriel Miró, escucha ésto: 
"Tierra de labranza. Olivos y almendros subiendo por las laderas; arboledas recónditas junto a los casales; el árbol de olor del Paraíso; un ciprés y la vid en el portal; piteras, girasoles, geranios cerrando la redondez de la noria; escalones de viña; felpas de pinares; la escarpa cerril; las frentes desnudas de los montes, rojas y moradas, esculpidas en el cielo; y en el confín, el peñascal de Calpe, todo de grana..."
Pero ¿cómo describir la música? Por ejemplo, ayer fui a un concierto. Me gustó muchísimo, pero ¿cómo expresarlo con palabras? ¿Cómo decir lo que es el sonido de la Concertgebouw Orchestra? Los críticos musicales lo intentan, pero ni siquiera se aproximan. Por ejemplo, el crítico del El País: 
"Se trata de una orquesta que asume su condición de grupo. Todo ello con una cuerda de extraordinaria calidez y unas secciones de viento en las fronteras de la perfección". 
Y ¿qué decir del Director, Mariss Jansons? El crítico continúa: 
"Es un espectáculo ver cómo el pura sangre Jansons va modelando el sonido hasta llegar a un equilibrio impecable en la interacción de las diferentes secciones. Se percibió con extrema nitidez en el concierto de anteayer".
Y ¿cómo describir el Concierto para violín de Sibelius? Obra desigual donde las haya e incalificable para un profano. Dice el crítico:
"Es el sentimiento que despierta en el ánimo la contemplación del paisaje y las tradiciones de su tierra, tan lejana y exótica para nosotros, lo que Sibelius consigue magistralmente traducir a los pentagramas." 
Querido lector de este blog, desconfía de los críticos musicales, escucha tú mismo el Concierto de Sibelius y dime qué te parece

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