lunes, 22 de marzo de 2010

Estoy en la playa


Estoy en la playa. Puedo decir que: las olas lamen la arena, no, demasiado visto. Podría ser, besan la arena, mojan la arena, penetran la arena, alisan la arena… Me quedo con penetran, que tiene "otras" connotaciones.
Y ¿qué más? Bueno, hace un día de sol espléndido, no, por Dios, qué vulgaridad, sol espléndido, ¿a quien se le ocurre? Sol caliente, Sol calido, Sol brillante, Sol luminoso, Sol ardiente… no, ardiente no, hacen 15 grados. ¿Con cual me quedo? Sol que acaricia mi desnuda piel. No está mal. Realmente es así, estoy sin camisa y el sol me calienta, pero solo lo justo.
Ando, mi cadera se queja ¿se queja? No, es una sensación de pinchazo, me pincha. Veo algunos pájaros en la orilla, corre-limos, creo que se llaman, pues eso, los corre-limos corren, ¡que redundancia!, no, los corre-limos trotan, siguen la ola, patean con sus largas y finas patitas la blanca arena, no ¡por favor! una redundancia (patean, patitas), seguida de un lugar común (blanca arena), ¡ejem!… los corre-limos juegan arriba y abajo con las olas que vienen y van. Me ha quedado un poco largo, pero no se me ocurre nada mejor.
Los ciudadanos sacan a pasear a sus perros, que hacen diabluras al verse en un lugar abierto, lejos de su confinamiento artificial ¿Qué? ¿Qué te ha parecido lo de diabluras? Me ha salido a la primera. Esto vale para cristianos y para musulmanes, ambos conocen al diablo, que es muy travieso. La blanca arena cede bajo mis pies ¿o debo decir la blanda arena? Si, mejor ¿Y si digo la blanda arena se deja hollar por mis pasos? Bien, te veo bien, Pablo, llevas buen camino.

Recapitulemos.
                        Hollan la arena mis pies desnudos
                        y el alto Sol acaricia mi piel;
                        los corre-limos juegan al subi-baja
                        con el vai-vén de las olas,
                        que penetran la blanda orilla,
                        revelando escondidos tesoros.
                        Desierta la playa, los perros juegan;
                        y el caminante sueña con la poesía.
                       
¿Y lo de la cadera? Pues, naturalmente, se me ha olvidado.   
Nota: foto de la playa donde sucedieron los hechos        

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