martes, 8 de septiembre de 2009

Lección de estrategia

La violinista de la foto está tocando en la plaza Spui de Amsterdam en agosto de 2009. La gente se para: ¡una mendiga vestida de gala!

Nos acomodamos en un banco. Aguzamos el oído: ¡Oh! toca bien nuestra pálida y elegante violinista. Y la pieza es difícil: las sonatas y partitas para violín solo de JS Bach no son cosa de broma. Prestamos atención, gavote, rondo, allemande, bourree ¡que delicia, qué sorpresa! Al viejo melómano se le pone la carne de gallina.

A ver --me acerco a depositar mi óbolo-- ¿cuánto dinero lleva recaudado? Una pasta, ahí hay más de cien euros.

Seguramente nuestra violinista no ha oído hablar de estrategia empresarial pero, sin saberlo, practica la conocida con el nombre de “diferenciación”. Una empresa se diferencia de sus competidores si es “única” en algo que los consumidores valoran. Los competidores de nuestra artista son, como es lógico, los demás artistas callejeros de Amsterdam. Y los consumidores, los viandantes que pasan por Spui.

¿En qué se diferencia nuestra violinista de sus competidores? pues en su cuidado aspecto físico y en la calidad de su música. En este sentido es única. Pero el ser único no conduce a la diferenciación si el consumidor no lo valora. Y aquí está el quid de la cuestión: el público de Amsterdam parece que valora la imagen de nuestra artista y la calidad de su música y está dispuesto a pagar por ello (a depositar una limosna mayor) ¿Sucedería lo mismo si ella tocara en, digamos, la Plaza de la Virgen de Valencia? Lo dudo.

Enhorabuena, mi desconocida y admirable amiga por tu éxito. Y gracias por hacerme disfrutar de la música en medio del bullicio de la ciudad. Te adoro.

Escucha a un virtuoso del violín interpretar la Partita in d minor, 4

Duplicaciones discriminatorias

  La Constitución venezolana   duplica cientos de términos: “Toda persona detenida tiene derecho a comunicarse de inmediato con sus familiar...