lunes, 21 de septiembre de 2009

Martes con el viejo profesor

Acabo de leer este libro. Según la publicidad es una biografía y ha vendido 14 millones de copias (según mis cálculos esto le reportó al autor 7 millones de euros). En mi opinión es un culebrón lacrimógeno. Hay best Sellers que no me explico.

El libro trata de las visitas que un alumno hace a su profesor, que ha sido diagnosticado de ELA (esclerosis lateral amitrófica), una enfermedad terrible que debilita el sistema nervioso y convierte al enfermo, poco a poco, en un guiñapo.

El libro describe con todo detalle como avanza la enfermedad, primero inmoviliza las piernas, y el paciente no puede andar, luego pierde el control de esfínteres y, en fin, otros detalles desagradables que se describen profusamente.

Y así, entre enfermeros, bolsas de pis, flemas y demás, nuestro autor acude cada martes a casa del enfermo, provisto de su grabadora para recoger sus últimas opiniones sobre la vida y la muerte. Opiniones que podrían calificarse de lugares comunes. No era un filósofo precisamente. Ejemplo de frase lapidaria: “amaos los unos a los otros o pereceréis”.

El libro habría pasado desapercibido si no fuera porque el programa Nightline de la Televisión americana entrevistó al viejo profesor hasta tres veces, en el mismo plan, regodeándose en su desgracia para hacer llorar a la audiencia, y el asunto sentimentaloide caló en el público norteamericano. En fin, un negocio mediático propio de los medios amarillos.

Por lo menos, el alumno hizo algo bien: pagó los gastos de la enfermedad final del profesor con el anticipo que le dieron por el libro. Luego vino la película, interpretada por Jack Lemmon, que no he tenido el placer de ver, pero que seguro apela también a la lágrima fácil.

Moraleja, no te fíes de la lista de los más vendidos. La publicidad crea falsos valores.

Duplicaciones discriminatorias

  La Constitución venezolana   duplica cientos de términos: “Toda persona detenida tiene derecho a comunicarse de inmediato con sus familiar...