Ese bigote blanco que ves en la foto me lo “produjo” un capuccino de cinco euros. El café más caro del mundo, por eso quise dejar constancia. Me lo sirvieron en la terraza del Hotel Imperial de Viena una calurosa mañana de agosto de 2009 ¿Qué me dieron por cinco euros? Pues el Hotel cuenta con, aparte de un café, bueno eso sí, un servicio por camarera con cofia y uniforme, que hablaba un inglés magnífico, y cuenta también con una situación.
Quiero decir, una situación privilegiada.
Porque el Hotel está situado justo detrás de la Musikverein (Sociedad de Amigos de la Música). Para quien no lo sepa, la Musikverein es lugar en donde se celebra el concierto de año nuevo, en el que nos machacan cada año con los valses y las polkas, incluyendo
En términos de categoría musical, los valses y las polkas podrían estar en lo más bajo de la música clásica. Pero este concierto crea una situación de escasez artificial de oferta de la que los austriacos han sabido sacar partido. Las entradas están todas vendidas de antemano. Las podrían poner al precio que quisieran. Los japoneses copan como un tercio pero, si les dejaran, no dejarían una entrada libre, tanta es la popularidad del concierto en Japón. Todo lo relacionado con el concierto es carísimo, incluido el Hotel Imperial.
Y mi reflexión es: ¿cómo puedo crear yo una situación de escasez artificial para mis servicios? Los servicios que presto son, más bien, “commodities”.