lunes, 10 de agosto de 2009
Cómo será el ser murciélago
(Dedicado a los ingenieros que me estén leyendo)
Estoy sentado en mi casa a las nueve y media de la noche. Es julio y todavía hay un poco de luz. Miro al cielo, sí, ya están ahí, son los murciélagos. Van gritando, pero no los oímos porque trabajan en ultrasonidos. Diríamos que ¡son tan silenciosos!
Los murciélagos son animales maravillosos pues son capaces de volar en la oscuridad. El vuelo sin luz sería extremadamente peligroso para cualquier pájaro dotado de vista sensible a la luz solar. Sin embargo el murciélago ha encontrado su nicho volando sin luz y percibiendo su entorno, y sobre todo sus presas, por medio de la eco-localización ¿Cómo se representará el mundo el cerebro del murciélago? ¿Será como el nuestro, en colores? ¿O será como una ecografía de mucha resolución, en tres dimensiones y todo en color verde?
Para desarrollar su sistema ecográfico, el murciélago ha tenido que resolver un importante problema de ingeniería. Los sonidos que necesita emitir son muy altos, porque el eco llega muy débil. Si yo fuera ingeniero te diría que el volumen del sonido es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia y que, como tenemos un grito de ida y un eco de vuelta, hablamos de la cuarta potencia de la distancia. Pero como no lo soy, lo dejaremos estar.
Para oír estos ecos tan tenues, tiene que tener un órgano auditivo muy sensible. O sea que grita mucho y su oído es muy sensible. Problema: podría quedar aturdido con sus propios gritos ¿Cómo lo ha resuelto? Pues "desconectando" el órgano de audición inmeditatamente antes de emitir el sonido. Para ello utiliza unos músculos que interfieren con la transmisión de las ondas sonoras en los huesos del oído (martillo, yunque y estribo). Pero lo verdaderamente sorprendente es que esta operación la efectúa ¡hasta 200 veces por segundo! Es algo parecido a las ametralladoras que disparaban a través de la hélice del avión en la Primera Guerra Mundial, sin tocar los álabes. Una sincronización perfecta.También utilizan el "efecto Doppler", como los radares de la policia de tráfico, para determinar la velocidad a la que los objetos se mueven.
Cuando vuelan en manada no nos explicamos como no se vuelven locos con el griterío y los ecos de sus compañeros. Probablemente la solución sea que emiten en frecuencias "personalizadas".
El murciélago, no es un asqueroso ratón volador, con cára de gárgola medieval, sino un avión espía con un cerebro lleno de increíble sofisticación electrónica, programado con el software necesario para decodificar un mundo de ecos en un tiempo real.
Lectura recomendada: The Blind Watchmaker (El relojero ciego) por Richard Dawkins.
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