El ojo humano es parte del cerebro. No se limita a recibir información del mundo exterior, la procesa. El componente de proceso es mucho mayor que el de registro. El cerebro hace predicciones del mundo que está ahí fuera de modo que nos podamos desenvolver en ese medio. Para empezar, da la vuelta a la imágen que aparece invertida en la retina, a continuación la interpreta en relieve a base de las sutiles diferencias que se dan en la visión de cada uno de los dos ojos. La visión estereoscópica es algo extraordinario, predice qué está delante, qué está detras, la distancia a que se encuentran los objetos e incluso con qué velocidad se mueven.
El ojo percibe el mundo a través de la vista utilizando los haces de luz que reflejan los objetos, proyectados como un caleidoscopio bidimensional pulsante que convergen en cada una de las retinas. El cerebro analiza, de una forma u otra, ese collage en movimiento y alcanza una percepción muy exacta de los objetos exteriores que la originaron. La exactitud es impresionante porque los problemas que el cerebro resuelve son, en primera instancia, literalmente irresolubles. Deducir la forma y la sustancia de un objeto a partir de su proyección es un problema mal planteado que carece de una solución única. La visión ha evolucionado conviertiendo estos problemas mal planteados en otros solucionables, para ello ha tenido que añadir premisas, es decir, supuestos sobre el modo en que el mundo está montado por término medio. Suponemos que la materia es cohesiva, que las superficies se hallan coloreadas de forma uniforme y que los objetos no se alinean caprichosamente dando lugar a configuraciones confusas.
Cuando el ojo ve un libro en una mesa, en realidad está viendo un trapecio, pero el cerebro lo interpreta como un objeto cuadrado. Al cogerlo, el sujeto pondrá las manos como para coger un objeto cuadrado y no un objeto trapezoidal y, a la hora de colocarlo, predecirá correctamente que encajará en un hueco también cuadrado de, por ejemplo, una estantería. Cuando el cerebro ve las vías del ferrocarril que se unen en la distancia, predice correctamente que, en realidad, no se unen.
