lunes, 7 de marzo de 2011

¿Los impuestos para qué? ¿Quienes son los beneficiarios?


Existe una tendencia fuertemente adversa hacia los impuestos por parte de la comunidad de los satisfechos. Porque, evidentemente, se da una considerable asimetría entre quién paga y quien recibe: los afortunados pagan, los menos afortunados reciben. Y, previsiblemente, se resisten a ello. Como los afortunados tienen voz política y los menos afortunados no, sería un improbable ejercicio de caridad que los afortunados reaccionasen calurosamente ante unos gastos que benefician a otros. En consecuencia, los afortunados afirman que hay que reducir el tamaño del Estado al mínimo. El que los impuestos deberían utilizarse para reducir la desigualdad queda claramente fuera del ámbito del pensamiento cómodo. Junto a la negativa a pagar más impuestos hay una oposición firme, a veces airada, a aumentar los servicios públicos, pues ello parecería justificar una mayor presión fiscal sin ningún beneficio para la mayoría electoral.
Ahora bien, esta reacción a los costes del Estado es selectiva. Hay ciertos servicios públicos que cuentan con su aprobación. El caso más claro es la defensa que en el pasado se justificaba por el miedo al comunismo, en definitiva, la pérdida de la libertad y la amenaza a la propiedad privada y hoy por la guerra contra el terror, es decir Irak, Afghanistán, etc. Garantizar los depósitos bancarios y asegurar la supervivencia de los Bancos, es otro gasto admitido.
La negativa a subir impuestos ha incrementado los déficit que, financiados por el crédito, aumentan el pago de intereses subiendo sus tipos, con efecto adverso sobre la productividad. Pero la cultura de los satisfechos no reacciona con los problemas a largo plazo.
Los millonarios son producto de la selección natural. La intervención del Gobierno es necesaria y dañina para los procesos benéficos de la naturaleza. O, dado que las cosas se resolverán a la larga, es una manifestación de impaciencia.
El pobre para tener éxito necesita sobre todo el acicate de su pobreza, los impuestos regresivos ayudan a los pobres. Los pobres están empobrecidos y anclados en la pobreza debido a las medidas gubernamentales supuestamente destinadas a rescatarlos de su situación.. La ayuda se convierte en sustituto del esfuerzo y de la iniciativa personal, que son los dos elementos que aportarían la verdadera solución.
La salida al problema sería eliminar de raíz toda la estructura estatal y del bienestar social, incluyendo: las ayudas a familias numerosas, la sanidad publica, el seguro de desempleo, la indemnización laboral, las viviendas subvencionadas, el seguro de invalidez y todo lo demás.
Ello puede resumirse en la siguiente frase, "si uno alimenta al caballo con avena de sobra, alguna acabará cayendo en el camino para los gorriones". Es decir, si alimentas a los ricos en su riqueza, algo quedará para los pobres.
Los pobres se merecen su pobreza.
(Del libro La Cultura de la Satisfacción de JK Galbraith)

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