Según Sharp, las dictaduras no son invencibles, los dictadores pueden ser derrocados, pues necesitan de la colaboración de muchas instituciones de la sociedad, que su régimen sea aceptado, que la población sea sumisa y obedezca. Ello no está ni mucho menos garantizado. Las dictaduras tienen debilidades, bajo su aparencia de fuerza, en ellas existen ineficiencias institucionales, rivalidades personales y conflictos entre organizaciones y departamentos. Ello las hace vulnerables.
Esto no significa que no existan riesgos en enfrentarse a una dictadura. Sin embargo es más fácil explotar sus debilidades que luchar en el terreno en donde son más poderosas, en el uso de la fuerza militar. La táctica a emplear es la resistencia, la disidencia y el desafío político, en definitiva, la lucha no violenta. Sharp identifica 198 métodos de acción no violenta, divididos en protesta y persuasión (como marchas), no cooperación social (boicots), no cooperación económica (retirada de depósitos bancarios), no cooperación política (boicot electoral), huelgas e intervenciones no violentas (huelgas de hambre).
Sin embargo, derrocar al dictador no es suficiente. El objetivo tiene que ser el establecimiento de una sociedad libre con un sistema de gobierno democrático.
Esto último depende sin embargo de la existencia de instituciones, de la organización social y de la tradición. En regímenes como los de los paises cuyos pueblos hoy se rebelan (Egipto, Túnez, Libia, Yemen) la tradición democrática es nula. Auguro que la revolución dará lugar a que el dictador derrocado sea reemplazado por otro régimen igualmente autoritario.
Y si no, al tiempo.