lunes, 15 de febrero de 2010

Control de precios


El presidente de Venezuela, Hugo Chavez, ha devaluado su moneda, el bolivar, un 50% y no quiere que los precios suban. Acusa a los comerciantes que lo han intentado de rapaces y codiciosos. Si el 70% de los alimentos que consume Venezuela se importan, y si  se necesitan ahora el doble de bolívares para comprar la misma cantidad de dólares ¿cómo no han de subir los precios?

El razonamiento subyacente suele ser el siguiente: si dejamos que el precio de la carne, por ejemplo, lo fije el mercado, el precio subirá y los pobres no podrán comprarla. La gente no tendrá carne en proporción a sus necesidades, sino a su poder de compra, ésto no es justo. Si mantenemos los precios bajos, todo el mundo podrá comprar carne, habrá justicia. Pensando que el precio de la carne el día que se estableció la medida es "el razonable", cualquier precio por encima será "irrazonable".

La fijación de precios puede que parezca, durante un corto período de tiempo, tener éxito si se apoya el el patriotismo y en una sensación de crisis. Pero cuando los precios se mantienen, por una acción del gobierno, artificialmente bajos,  la demanda esta crónicamente por encima de la oferta y habrá que racionar el consumo. A continuación, el exceso de demanda se desplazará a otros bienes, que habrá que racionar también. Finalmente habrá que racionarlo todo. El resultado será una economía totalitaria petrificada, con todos los negocios a merced del gobierno.

Estos sátrapas caribeños creen que están por encima de todo, incluso sobre las leyes del mercado,  y que son capaces de manipularlas con amenazas: el que suba los precios, le expropio. Desafortunadamente no es así. Si Chavez quiere saber lo que va a pasar con el mercado venezolano después de sus "valientes" medidas, no tiene más que levantar el teléfono y hablar con Fidel Castro. En Cuba los precios son bajos, pero hay escasez de todo, todo está racionado y las tiendas están vacías.
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Los errores de Chávez los corregirá el mercado negro.

Lectura recomendada: Economía en una sola lección de Henry Hazlitt

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