lunes, 19 de octubre de 2009

Desplumar al ganso


La gente tiene una idea equivocada de para que sirven los impuestos y cuál es el papel del Estado. El Estado no es más que una gigantesca máquina de redistribución de la riqueza. Es decir, no consume el dinero recaudado por los impuestos, sino que es tan solo el vehículo a través del que organizamos nuestro gasto. En este sentido los impuestos son, básicamente, una forma de compra colectiva.

Del mismo modo que la empresa es un mecanismo para organizar un conjunto de transacciones entre individuos, el Estado es un artificio para organizar nuestro consumo de bienes públicos. Y los impuestos es el precio que pagamos para tener derecho a consumirlos. Algo parecido a los gastos de una comunidad de vecinos.

La derecha sostiene estos días que los impuestos son intrínsecamente malos, que hay que bajar los impuestos, no subirlos, como proyecta hacer el Gobierno. Subir los impuestos no supone necesariamente una carga para la economía. El nivel de impuestos no es importante, lo importante es cuánto quieren comprar los individuos a través de los Entes Públicos y el nivel de eficiencia de éstos. Los sistemas tributarios con bajos impuestos no son necesariamente más competitivos que los sistemas con impuestos altos, del mismo modo que las comunidades de propietarios con gastos de comunidad bajos no son necesariamente mejores que las comunidades con cuotas altas.

Tú no “trabajas para el Estado” cada vez que pagas impuestos. Si tus hijos van a una escuela pública, utilizas carreteras públicas o acudes a los Tribunales para que se haga Justicia lo que, en realidad, estás haciendo es financiando tu propio consumo.

Bajar los impuestos no estimula la economía. Si no hay un efecto en los ahorros, la demanda reducida que se produce en el sector público se compensa con la demanda incrementada que se produce en el sector privado. La demanda total es la misma.

Un impuesto al consumo no es otra cosa que un impuesto sobre la renta con una exención al ahorro. Incluso esa exención es, en realidad sólo un pago diferido, dado que las personas, finalmente, se gastan sus ahorros.

Pero los impuestos no deben ser arbitrarios. Se dice que cobrar impuestos es como desplumar a un ganso para obtener el máximo número de plumas con el mínimo número de graznidos. Por ello, los métodos de recaudar deben ser “indoloros” y con apariencia de justicia.

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