lunes, 15 de diciembre de 2008

El lenguaje de la seducción


Estoy leyendo estos días el magnífico libro de Alex Grijelmo La Seducción de las Palabras. En realidad, las palabras son mi vocación. Amo las palabras.

Dice Alex que las metáforas, los olores de las palabras y los valores de las letras seducen también en el juego amoroso. Los amantes delicados no se referirán entonces a un verbo como "meter", vulgar donde los haya ya que "meter" trae asociados significados como "meter la pata", "meternos donde no nos llaman", "meternos en camisa de once varas", etc. En "meter" se percibe vigor pero también suciedad. Tampoco es válido "penetrar" porque la penetración implica violencia, sentimos "un frío penetrante", "un dolor penetrante".

El amante certero preguntará entonces, por ejempo: "¿Quieres que entre en tí?". "Meter" implica forzar, "entrar" sugiere pasar (la suavidad de la s). "Me gustaría estar dentro de tí", propondrá el hombre. "Me gustaría que estuvieras dentro de mí", ofrecerá la mujer. Y "dentro" adquiere un valor inmenso en la seducción. "Adentrarse" da idea de suavidad progresiva, de sigilo. Evoca, al mismo tiempo una conexión moral, la entrada espiritual en la otra persona. "Te llevo dentro de mí", en una dimensión de las palabras que seducen.
Todo esto lo supo expresar de modo maravilloso Juan Ramón Jimenez en el siguiente poema:
¡NO ESTÁS en ti, belleza innúmera,
que con tu fin me tientas, infinita,
a un sinfín de deleites!

¡Estás en mí, que te penetro
hasta el fondo, anhelando, cada instante,
traspasar los nadires más ocultos!

¡Estás en mí, que tengo
en mi pecho la aurora
y en mi espalda el poniente
-quemándome, trasparentándome
en una sola llama-: estás en mí, que te entro
en tu cuerpo mi alma
insaciable y eterna!

“Te entro en tu cuerpo mi alma insaciable….” ¿No es maravilloso?

Duplicaciones discriminatorias

  La Constitución venezolana   duplica cientos de términos: “Toda persona detenida tiene derecho a comunicarse de inmediato con sus familiar...