Se da la circunstancia de que no hay ningún país islámico que sea plenamente democrático en el sentido occidental ¿Por qué?
Por un lado por la naturaleza omnicomprensiva de la ley islámica, que se observa en el hecho de que no distingue entre ritos, Derecho (en sentido occidental), ética y buenas maneras. En principio, la ley controla la vida entera del creyente y de la comunidad islámica. Todos los actos y relaciones son valorados como: obligatorios, recomendados, indiferentes, reprensibles y prohibidos. La tarea de interpretar la palabra de Dios y de regular la vida de acuerdo con la divinidad se pierde en el absurdo y en el detalle de la interpretación legal.
Por otro, por la irracionalidad de la ley islámica. El lado irracional de la ley islámica viene de dos de sus fuentes oficiales: el Corán y la Sunna que son expresión del mandato divino. Estas normas son válidas por su mera existencia, no por su racionalidad. Se ha de cumplir la letra y no el espíritu de las normas. Caso típico, la prohibición de interés en los préstamos, que sigue en vigor y que se sortea por otros medios.
El Derecho Penal distingue entre los derechos de Dios y los derechos de los hombres. Sólo los derechos de Dios tienen carácter penal propiamente dicho. En las cuestiones entre particulares no hay pena señalada sino sólo reparación de daños. Esto conduce a veces a la venganza privada.
En resumen la Sharía es un compendio de las leyes que se aplicarían teóricamente a una comunidad islámica ideal que acepta la voluntad de Dios. Se basa en la autoridad divina y debe ser aceptada sin crítica. De este modo, la ley islámica no es el producto del espíritu del hombre y, de ningún modo, el reflejo de la cambiante realidad social. Es inmutable porque los doctores de la ley han dado ya, después de 3 siglos, todas las soluciones posibles a todas las situaciones que puedan producirse.
Los ulemas (doctores de la Ley) han impedido el progreso intelectual de las sociedades islámicas. El pensamiento crítico no se ha desarrollado. Han impedido las ideas de derechos humanos, libertad e individualismo