Estaba el otro día en la cola de la peluquería cuando cayó en mis manos una revista de las de "papel couché". En la portada estaba Amy Winehouse con cara de pocos amigos ¿Qué le pasa a Amy? En las páginas interiores me entero: su esposo, Blake Fielder Civil, que está en la cárcel por tráfico de drogas, quiere divorciarse de ella y QUIERE LA MITAD.
¿La mitad?
Sí, quiere la mitad de todo lo que Amy ha ganado durante el tiempo que vivieron juntos.
¡Dios! ¿Es esto justo?
Pues sí, si te casas y hacéis un millón juntos, el otro tiene derecho a la mitad.
Pero ¡cielos! si ese tío es un vago ¿Vale lo que hace medio millón? Quiero decir, esas sesiones de droga, alcohol y sexo -cuando él estaba libre- ¿valen medio millón?
Sí. Es como un sistema de dos vasos comunicantes: uno del marido, otro de la mujer. Independientes pero conectados. Da igual quien alimente el circuito, si la convivencia se rompe, cada uno se lleva su "vaso" con la misma cantidad de "líquido".
En el lenguage popular, Blake Fielder Civil ha dado un "braguetazo". Es decir, se ha hecho rico con el poder de su bragueta.
Impresionante, una cosa tan pequeña ¡y qué poder tiene!