lunes, 5 de enero de 2009

Los indios del Amazonas no tienen gimnasio


Me pregunto porqué los humanos somos tan holgazanes y porqué se han montado industrias enteras para evitarnos el más mínimo esfuerzo.

Y pienso que es porque el ser vivo tiende instintivamente a conservar su energía. Si la malgasta, puede morir, pues el mero hecho de seguir vivo supone consumirla. Cuando se le presenta la ocasión de gastar energía, inmediatamente se le plantea, de modo inconsciente, la ecuación coste-beneficio: ¿merece la pena el esfuerzo?
Los animales no son capaces en general de almacenar energía, el hombre, sí. Es increíble la cantidad de inventos que nos ahorran energía: los vehículos de todo tipo, el teléfono, la escritura, la electricidad, el aire a presión, el gas, e incluso Internet. Y la cantidad de formas en que puede almacenarse: el aire comprimido, las pilas eléctricas, los alimentos envasados, el combustible almacenado, incluso el dinero ahorrado.

Tanto hemos invertido en ahorrrar y almacenar energía que el hombre moderno está perjudicando su salud. Un ser diseñado para estar en movimiento no tiene, en la práctica que gastar más energía que la necesaria para el mantenimiento de las funciones biológicas primarias. Nace la obesidad mórbida.

Existen, pues, dos dinámicas opuestas: la naturaleza nos impele a conservar energía pero el cuerpo está construido para gastarla. Y nacen los gimnasios y la práctica de los deportes, que equivalen a formas más o menos artificiales de gastar energía. En efecto, el hombre en estado natural no necesita ejercitarse de modo artificial. Ya bastante ejercicio supone el procurarse el diario alimento. Los indios del Amazonas no tienen gimnasio. El gimnasio está en el bosque y en el río. El deporte está en cazar las presas, recolectar los frutos y alimentar a la prole.


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