¿No te sucede que algunas veces alguien interpreta exactamente lo que piensas y lo pone por escrito mucho mejor de lo que lo harías tú?
Pues esto es lo que me sucede exactamente con el siguiente artículo de Félix de Azúa publicado el 26/10/2014 en El Pais.
Muchas veces he pensado que la doctrina católica de que, confesando se perdonan los pecados, es gravemente dañina para la convivencia y el orden civil . Ningún código penal, que yo sepa, exime de la pena por la confesión del reo, todo lo más se atenúa, por consideraciones pragmáticas, la colaboración con la Justicia.
Yo me imagino a los antiguos Padres de la Iglesia discutiendo el tema: Oye tú, si por cada pecado amenazamos con el fuego eterno ¡nos quedamos sin clientela! Bueno, oye, pues pondremos el arrepentimiento como eximente pero, eso sí, tienen que confesar delante de nosotros. Bien dicho, tío, administraremos el perdón y ¡qué poder nos dará!
¿Te imaginas?: "padre, me acuso que he defraudado a Hacienda, tomándome unas deducciones de más y unos gastillos no deducibles". Bueno, hijo, dos avemarías y suerte que no te comprueben.