Un compañero de Jesús Rollán, deportista suicidado aparentemente hace unos días, escribe hoy en cartas al Director, quejándose del desamparo de los deportistas al término de su carrera deportiva, con una interesante sugerencia hecha en forma de pregunta:
¿Por qué no puestos de funcionarios a personas que han entregado su juventud al deporte español?
La sugerencia tiene connotaciones interesantes.
Se sigue interpretando que ser funcionario público es un cargo retribuido que ocasiona poco o ningún trabajo y para el que no se requiere ningún conocimiento, una sinecura (del latín sine cura o sin cuidado). Un puesto de funcionario es un premio que reciben algunos.
En lugar de pedir que el deportista, que normalmente ha ganado una pasta durante su carrera deportiva, devuelva a la sociedad lo que ésta invirtió en él, es decir, las ayudas que recibió para prepararse, que suelen ser cuantiosas, se le pide a la sociedad que le siga subvencionando, pobrecito, porque no sabe hacer otra cosa.
Me llama la atención la metáfora de "ha entregado su juventud al deporte español". Es una bella frase sin ningún sentido. ¿Qué es la juventud? ¿Se puede entregar? Creo que la juventud no es nada ni se puede entregar ¿Qué o quién es el deporte español? Tampoco es nada ni nadie. En definitiva, lo que estos deportistas de élite hacen es pasarselo de puta madre con el dinero público durante una serie de años, ganar una pasta (ségún el deporte). Después, pasada la fama, algunos no son capaces de aguantar el síndrome de abstinencia y deciden el acto cobarde de quitarse la vida.
Yo, sin ir mas lejos, he entregado mi juventud a "la economía productiva", es decir, "al Pais" y ahora, pasada aquella, me encuentro sin apoyo ninguno, teniendo que trabajar. Por ello, EXIJO UN PUESTO DE FUNCIONARIO.
Surge la pregunta: ¿Se habría suicidado Jesús Rollán de haber sido funcionario?
