La señora diputada se ofendió porque e señor diputado le dijo que se disfrazaba. Le espetó que era un comentario machista. Las correligionarias de la señora diputada abandonaron el hemiciclo indignadas en señal de protesta.
¿Qué hubiera ocurrido si la situación hubiese sido la inversa, es decir, si la señora diputada hubiera dicho al señor diputado que se disfrazaba y este se hubiera ofendido, hubiera tildado el comentario de feminista, y los correligionarios del señor diputado hubieran abandonado el hemiciclo indiganados?
Pues que el señor diputado y sus correligionarios hubieran hecho, de cara a los electores, el más absoluto de los ridículos.
Conclusión, en esto de la igualdad de los sexos, la situación no está equilibrada. Para empezar nos traicionan los términos. Mientras que machismo es la actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres, feminismo es un movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres. De modo que no se puede acusar a una mujer de feminismo, porque no es un término peyorativo, antes al contrario, es laudatorio. En el fondo parece que late la idea de que el hombre puede ofender a la mujer, pero no a la inversa. Esta idea parece generalmente aceptada, tanto por hombres, que seguramente consideran que una mujer no puede ofenderles -manos blancas no ofenden-, lo cual no deja de ser machista, como por mujeres, que se consideran libres para ofender a alguien que ya tiene suficientes ventajas, lo cual no sé como calificar.
La situación ha tenido su reflejo a nivel legislativo: la llamada Ley de Violencia de Género, contempla medidas punitivas agravadas aplicables sólo a los hombres, pero no a las mujeres, que incurren en determinadas conductas.
Curiosamente, en un retorno del péndulo, está apareciendo un movimiento de mujeres contrarias al feminismo, al considerar que ellas se saben defender solitas.
Propongo una nueva entrada el en Diccionario para el término feminismo: Actitud de prepotencia de las mujeres frente a los varones.
