miércoles, 6 de mayo de 2009

Camps y el Obispo



Al Sr. Camps le están "cortando de vestir" estos días. Quiero decir que murmuran de él. Murmuración aparentemente justificada, pues el Sr. Camps se encuentra imputado ante un Tribunal por haber aceptado sobornos en un caso de corrupción política. Parece ser que le han "cortado" varios trajes, sin que haya pagado por ello.
"Cortarse", también significa "ensuciarse, mancharse de excremento". No cabe duda que esta última acepción es muy acertada en el presente caso, vistos los problemas que le está acarreando el proceso abierto a el Molt Honorable.
El Sr. Camps podía haber puesto inmediatamente fin a las especulaciones acerca de su honestidad, aportando los oportunos justificantes de pago. Pero no lo ha hecho. Tampoco responde a las preguntas de la prensa, a ninguna pregunta, vaya a ser que se le escape algo. Esta táctica se conoce como "atrincherarse" o, también como "en boca cerrada no entran moscas".
Si la sospecha de soborno se confirmase, Camps habría cometido un pecado (no codiciarás los bienes ajenos).
Callado, el Sr. Camps sigue con su agenda. Entre los actos programados se encontraba la visita al Obispo. Situación felíz. Obsérvese cómo inclina la cerviz para besar la mano y la amplia sonrisa de los cinco clérigos presentes. ¿Es justo que reciban así a un presunto pecador? Bueno, digamos que mientras la moral cívica no absuelve hasta que se haya cumplido la pena, los pecados se perdonan de inmediato, mediante confesión y arrepentimiento.
Aquí el Obispo cumple con las apariencias, todo es normal, el Sr. Camps es un jefe político y se mantendrá en el cargo mientras no le condenen, dimita o pierda las elecciones. Tiene poder. Pero, si el Sr. Camps tuviera que abandonar el cargo por ser condenado ¿le recibiría el Obispo con la misma atención?

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